En la atención perinatal centrada en derechos y bienestar, el suelo pélvico sigue siendo uno de los grandes olvidados. Se aborda solo cuando hay dolor, incontinencia o disfunciones sexuales, pero no como parte integral del cuidado preventivo, respetuoso y fisiológico que toda mujer merece durante el embarazo, el parto y el posparto.
Este ensayo busca generar conciencia en los equipos de salud sobre la importancia de integrar el cuidado del suelo pélvico a la atención perinatal de forma transversal, informada y libre de intervenciones innecesarias, para prevenir daños y promover bienestar físico, emocional y sexual.
¿Qué cambios atraviesa el suelo pélvico durante el embarazo y el parto vaginal?
Durante el embarazo, el suelo pélvico —conformado por músculos, ligamentos y fascias que sostienen los órganos pélvicos— se adapta a los cambios hormonales, posturales y mecánicos del cuerpo gestante. El aumento del peso uterino, la acción de la relaxina y la modificación del centro de gravedad producen una elongación progresiva y una mayor carga tensional en estructuras como el elevador del ano, el diafragma pélvico y el complejo perineal [1].
Durante el parto vaginal, estas estructuras deben coordinadamente relajarse, estirarse y adaptarse para permitir el descenso del bebé. La biomecánica del parto implica movimientos de rotación, encajamiento y desprendimiento que afectan el eje pélvico, la sinfisis púbica, el sacro y el periné. Cuando este proceso se respeta —sin intervenciones como empujar sin reflejo, episiotomías sistemáticas o Kristeller— el suelo pélvico puede recuperarse con mayor facilidad y en sincronía con los demás sistemas del cuerpo [2].
¿Cómo puede prevenirse el daño perineal sin recurrir a intervenciones como la episiotomía?
La episiotomía fue durante décadas una práctica rutinaria, justificada por una supuesta protección del periné. Hoy sabemos que su uso sistemático no previene desgarros severos y, por el contrario, aumenta el dolor, el trauma y el riesgo de disfunción sexual [3].
Una atención respetuosa propone otras estrategias:
1.Preparación perineal desde la semana 34, con masajes, conciencia corporal y movilización pélvica
2.Trabajo activo de movilidad, respiración y posiciones verticales en el parto
3.Protección manual del periné solo cuando es necesario y con consentimiento informado
4.Evitar empujar sin deseo o con pujos dirigidos forzados
5.Permitir un expulsivo lento y sin apuros institucionales
Estas prácticas, basadas en la fisiología y el respeto, reducen el trauma perineal y permiten a la mujer recuperar su función sexual y continencia sin necesidad de intervenciones agresivas [4].
¿Qué efectos tiene una cesárea en la musculatura abdominal profunda y el suelo pélvico?
Aunque muchas veces se piensa que la cesárea “preserva” el periné, esta cirugía tiene consecuencias directas sobre la faja abdominal, la pelvis y la función visceral. El corte de planos fasciales, el trauma quirúrgico y el reposo postoperatorio alteran el tono y la función del transverso del abdomen, del diafragma torácico y del suelo pélvico, que actúan como una unidad funcional [5].
Las mujeres pueden presentar:
-Alteración del eje postural y dolor lumbar
-Sensación de presión pélvica o debilidad del suelo pélvico
-Dificultades en la contracción voluntaria de la musculatura profunda
-Problemas en la reanudación de la vida sexual y en la continencia urinaria
Además, la cesárea impacta emocionalmente y exige una recuperación funcional individualizada, que debe incluir fisioterapia del suelo pélvico, trabajo postural y contención psicoemocional.
¿Por qué el trabajo del suelo pélvico también es esencial en mujeres que no parieron vaginalmente?
El desconocimiento sobre el impacto de la cesárea en el suelo pélvico ha llevado a la falsa creencia de que solo las mujeres que han tenido parto vaginal deben trabajar esta zona. Sin embargo:
-La anestesia epidural afecta el sistema nervioso autónomo y la propriocepción
-La inmovilidad prolongada postcesárea reduce el tono basal y la vascularización del suelo pélvico
-La cirugía interfiere con la coordinación abdomino-perineal, clave para la estabilidad del core
-La falta de movimiento y la posición de flexión pueden afectar la mecánica respiratoria, estrechamente ligada a la función pélvica
Por eso, todas las mujeres, independientemente de su vía de parto, deben ser informadas y acompañadas en la rehabilitación de su suelo pélvico, como parte de su derecho a una recuperación integral.
¿Qué relación hay entre el suelo pélvico, la oxitocina y la lactancia?
La fisiología del parto, el posparto y la lactancia está íntimamente ligada al equilibrio del sistema nervioso autónomo, en particular al tono vagal. El suelo pélvico, al estar conectado con el sistema nervioso a través del nervio pudendo, interviene en la modulación de las respuestas hormonales y emocionales.
La oxitocina, hormona clave en el parto y la lactancia, se libera con el contacto piel con piel, el placer y la relajación. Un suelo pélvico funcional, que no esté en constante contracción ni con dolor, favorece la liberación de oxitocina y mejora el inicio y la duración de la lactancia [6].
Además, al trabajar el periné con enfoque integral, se estimulan:
1.La respiración diafragmática y la regulación del sistema nervioso
2.El contacto con el placer corporal, vital para la experiencia de lactancia
3.El fortalecimiento del vínculo afectivo, al promover una vivencia menos traumática
Cuidar el suelo pélvico es cuidar la relación cuerpo-mente, la sexualidad, la lactancia y el vínculo temprano.
Cuidar el suelo pélvico es cuidar la vida entera
El suelo pélvico no es solo un conjunto de músculos. Es una puerta entre la vida interna y el mundo exterior, una zona de placer, poder, memoria y nacimiento. Su cuidado debe estar presente en toda atención perinatal que se diga respetuosa, desde la información prenatal hasta la rehabilitación posparto.
Como profesionales, necesitamos desaprender intervenciones invasivas y recuperar herramientas basadas en la fisiología, el acompañamiento activo y el respeto por los tiempos del cuerpo femenino. Porque el parto no termina al cortar el cordón: sigue en el cuerpo, en la sexualidad, en la autoestima y en la historia de cada mujer.
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Dra. Marianela Hernández Chaves
Especialista en parto fisiológico y emergencias obstétricas
Especialista en lactancia materna
Educadora perinatal
Referencias
1.Bo K, Hilde G. Do pregnant women exercise their pelvic floor muscles? Int Urogynecol J Pelvic Floor Dysfunct. 2013;24(6):903–10.
2.Lemos A, Amorim MMR, Dornelas de Andrade A, et al. Pushing/bearing down methods for the second stage of labour. Cochrane Database Syst Rev. 2015;(3):CD009124.
3.Jiang H, Qian X, Carroli G, Garner P. Selective versus routine use of episiotomy for vaginal birth. Cochrane Database Syst Rev. 2017;(2):CD000081.
4.Edqvist M, Hildingsson I, Mollberg M, et al. Midwives’ management during the second stage of labor in relation to the occurrence of obstetric anal sphincter injuries. Birth. 2016;43(2):164–73.
5.Resende AP, Stüpp L, Bernardes BT, Oliveira E, Castro R, Amorim MM. Pelvic floor muscle strength in the immediate postpartum period. Rev Bras Ginecol Obstet. 2012;34(9):405–10.
6.Uvnäs Moberg K. The oxytocin factor: tapping the hormone of calm, love and healing. London: Pinter & Martin; 2011.