En los últimos años, hemos sido testigos de un aumento preocupante en las intervenciones obstétricas innecesarias que no solo contravienen la fisiología del parto, sino que, en muchos casos, dejan secuelas permanentes y devastadoras en bebés y familias. Estas prácticas, lejos de representar un acto médico preventivo o salvador, responden muchas veces al miedo, la prisa institucional o el ego del profesional que asume el control de un proceso que debería ser, ante todo, respetado y acompañado.
Como profesionales de la salud y personas que trabajamos con mujeres y familias en el periodo perinatal, no podemos permanecer indiferentes. Debemos generar consciencia crítica sobre cómo nuestra intervención –o falta de respeto por la fisiología– puede tener consecuencias irreversibles.
Daños irreversibles por intervenciones innecesarias
Parálisis cerebral
La parálisis cerebral (PC) es un grupo de trastornos del movimiento que se originan por una lesión en el cerebro en desarrollo, generalmente durante el parto o en las horas siguientes. Aunque existen causas prenatales, muchos casos son atribuibles a una hipoxia perinatal evitable: sufrimiento fetal mal manejado, uso excesivo de oxitocina sintética sin monitoreo adecuado, maniobras forzadas, tiempos prolongados de expulsivo sin atención a signos de alarma y cesáreas tardías.
La administración indiscriminada de oxitocina, sin respetar el ritmo natural del cuerpo, puede causar contracciones uterinas sostenidas (taquisistolia), disminuyendo el flujo de oxígeno hacia el bebé. Del mismo modo, el uso rutinario del monitoreo continuo sin interpretación contextualizada puede llevar a decisiones precipitadas o, por el contrario, a subestimar una señal de alarma real [1].
Parálisis de Erb
Esta condición, también conocida como parálisis braquial obstétrica, suele ocurrir por una tracción excesiva durante el parto, especialmente en casos de distocia de hombros. La tracción forzada del cuello del bebé, en intentos por “ayudar” al parto, puede dañar los nervios del plexo braquial, afectando permanentemente el movimiento del brazo afectado [2].
Muchas veces, estas situaciones podrían evitarse con preparación en biomecánica del parto, posiciones fisiológicas, tiempo adecuado y un equipo respetuoso que sepa intervenir solo cuando sea necesario. El uso de maniobras como Kristeller (presión sobre el fondo uterino) o forceps sin indicación real y sin pericia adecuada aumenta exponencialmente estos riesgos.
Daños en nacimientos múltiples y reproducción asistida
En los casos de embarazos múltiples, particularmente aquellos resultantes de técnicas de reproducción asistida, los riesgos de parto prematuro, bajo peso y complicaciones neonatales aumentan. Sin embargo, la falta de información previa y de acompañamiento especializado en el parto de estos embarazos ha derivado en numerosas situaciones de violencia obstétrica, partos gemelares por cesárea innecesaria o el uso de maniobras riesgosas como extracción forzada del segundo gemelo [3].
Es alarmante el número de madres que no reciben información completa sobre los riesgos de partos múltiples producto de inseminación artificial, ni sobre las opciones de parto fisiológico guiado para estos casos. La medicina reproductiva no puede seguir desvinculada del acompañamiento ético y respetuoso del nacimiento.
Las consecuencias para la familia: más allá del diagnóstico
Las condiciones como la parálisis cerebral o la parálisis de Erb no solo implican un impacto médico. Afectan profundamente la vida emocional, social, económica y educativa de toda la familia.
Emocionalmente, las madres y padres deben enfrentar procesos de duelo, culpa y angustia, especialmente cuando descubren que los daños eran prevenibles. Muchas veces, no reciben acompañamiento psicológico oportuno. La carga de cuidados permanentes también recae mayoritariamente sobre las madres, afectando su bienestar, autonomía y salud mental [4].
Socialmente, estas familias enfrentan estigmatización, discriminación o falta de espacios accesibles para sus hijos. Económicamente, los gastos derivados de terapias de rehabilitación, medicación, dispositivos de apoyo, consultas médicas y cuidados especiales son abrumadores. En países de ingreso medio como Costa Rica, estos costos recaen tanto sobre las familias como sobre el sistema de salud pública, generando una carga financiera evitable si se aplicaran prácticas obstétricas respetuosas y basadas en evidencia.
Educativamente, los niños con parálisis cerebral requieren adaptaciones curriculares, profesionales de apoyo y entornos accesibles. Todo esto requiere recursos humanos y financieros que, aunque indispensables, podrían haberse evitado con una atención adecuada desde el nacimiento.
Todo esto es prevenible
El punto clave es que estas condiciones no son inevitables. Son prevenibles. La evidencia internacional ha demostrado que el respeto a la fisiología del parto, la preparación del personal en biomecánica, la reducción de intervenciones innecesarias y el acompañamiento continuo durante el trabajo de parto disminuyen drásticamente las complicaciones obstétricas [5].
También sabemos que las intervenciones violentas y apresuradas responden a un modelo desactualizado de atención al parto, donde el protagonismo lo asume el profesional y no la mujer. La medicalización innecesaria, el uso rutinario de procedimientos invasivos y la falta de formación en acompañamiento emocional y corporal son parte de una deuda estructural del sistema de salud.
Acompañar en lugar de intervenir
El verdadero arte obstétrico no está en “salvar” partos, sino en reconocer cuándo es necesario actuar y cuándo es mejor no intervenir. En confiar en la capacidad del cuerpo para parir y del bebé para nacer. En crear condiciones seguras, íntimas y empáticas. En conocer la fisiología y la biomecánica. En estar disponibles, sin imponerse.
Es hora de dejar atrás el modelo centrado en el miedo y en la intervención por protocolo, y migrar hacia un sistema basado en el respeto, la evidencia y la sensibilidad. Las familias, los bebés y también nuestro sistema de salud lo necesitan con urgencia.
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Dra. Marianela Hernández Chaves
Especialista en parto fisiológico y emergencias obstétricas
Especialista en lactancia materna
Educadora perinatal
Referencias
1.Simpson KR, Knox GE. Oxytocin as a high-alert medication: implications for perinatal patient safety. MCN Am J Matern Child Nurs. 2009;34(1):8-15.
2.Doumouchtsis SK, Arulkumaran S. Shoulder dystocia: obstetric maneuvers, complications and management. Obstet Gynecol Surv. 2009;64(7):431-441.
3.Helmerhorst FM, Perquin DA, Donker D, Keirse MJ. Perinatal outcome of singletons and twins after assisted conception: a systematic review of controlled studies. BMJ. 2004;328(7434):261.
4.Boss RD, Lemmon ME, Arnold RM, Donohue PK. Communication and support for parents of children with life-limiting conditions. Pediatrics. 2012;129(5):e1321-e1330.
5.WHO. WHO recommendations: intrapartum care for a positive childbirth experience. Geneva: World Health Organization; 2018.