La lactancia en niños mayores es un tema muy controvertido y lleno de mitos.
Durante mucho tiempo se ha dicho que después del primer año de vida la leche ya no alimenta y que no es suficiente para cubrir requerimientos diarios del bebé
Hoy en día sabemos que en el segundo año de vida (12 a 23 meses), 448 ml de leche materna proveen:
- 29% de los requisitos de energía
- 43% de los requisitos de proteína
- 36% de los requisitos de calcio
- 75% de los requisitos de vitamina A
- 76% de los requisitos de folato
- 94% de los requisitos de vitamina B12
- 60% de los requisitos de vitamina C
Además de estos porcentajes tan sorprendentes, podemos asegurar que la lactancia en niños mayores, es un vínculo y es amor. A través de la lactancia podemos consolar, poner límites sanos, guiar ritmos biológicamente inmaduros (como el ritmo circadiano, que es aquel que se encarga de regular el sueño) y de esta manera contribuir al neurodesarrollo de nuestro hijo o hija.
Los niños que son amamantados por más tiempo, poseen coeficientes intelectuales mucho más altos que aquellos que no recibieron lactancia o recibieron lactancia mixta; además que el riesgo de desarrollar alergias, es considerablemente menor si se prolonga la lactancia más allá de los dos primeros años de vida.
Se sabe además que sus sistemas inmunológicos son más fuertes, debido a que la leche humana es un fluido vivo, que contiene alrededor de 4,000 células/mm3. La leche materna posee cinco tipos de inmunoglobulinas: IgA, IgG, IgM, IgE y IgD. Y a lo largo del segundo año posparto, la leche tiene una concentración mayor de proteínas, lactoferrina, lisozima e inmunoglobulina A.
Se calcula que la ingesta de leche materna para el 97% de los bebés de 12 a 23 meses, es alrededor de 548g y para el 73% de los 24 a 36 meses es de 312g. Esto representa un promedio de ingesta diario de 41% y 23%, de la ingesta diaria de vitamina A que se recomienda.
Según la Organización Mundial de la Salud: “un aumento moderado en las tasas de lactancia materna podría prevenir hasta un 10% de las muertes de niños menores de 5 años: El amamantar tiene un papel esencial, y a veces subestimado, en el tratamiento y prevención de enfermedades infantiles”.
Se ha encontrado que los niños que aún son amamantados entre las edades de 16 y 30 meses, tienen menos enfermedades, y de más corta duración, que los que no son amamantados. La Academia Americana de Médicos de la Familia, indica que los niños destetados antes de los dos años de edad tienen mayor riesgo de enfermarse.
Además, mientras más tiempo se dure amamantando, mayores son los beneficios para la madre. Más protegida va a estar de padecer osteoporosis y se reduce el riesgo de cáncer de mama y ovarios. Por cada 12 meses de aumento de la duración media de lactancia materna, en las poblaciones de los países desarrollados, se podrían evitar más de 50.000 casos de cáncer. Esto equivale a un 4,6% de disminución de riesgo para una mujer por cada 12 meses que da el pecho.
Lo que sucede es que socialmente hablando es una práctica poco común y hasta repulsiva para muchos. Sin embargo, según estudios antropológicos el destete natural de un ser humano promedio se da entre los 2 y los 7 años de edad, generalmente porque ambas partes (tanto la madre como el bebé o el niño toman la decisión). Eso es lo que conocemos ahora como un destete respetado, que idealmente se da de manera gradual y empática.
Viéndolo desde la concepción del bebé o el niño, enlazarse al seno de su madre le permite entrar en equilibrio, crecer de manera integral y desarrollar sus funciones más básicas para poder crecer en las condiciones más óptimas.
El seno materno y el proceso de amamantamiento permiten mantener esa conexión física, emocional, bioquímica y energética, para lo que originalmente fuimos diseñados. Como mamíferos, es una función primordial propia de nuestra naturaleza, de nuestra especie.
Al mantener la lactancia en el tiempo, logramos que nuestros hijos no solo tengan acceso al alimento más completo por excelencia, sino a ese fluido vivo capaz de transmitir hormonas, células de defensa, minerales mientras abrazamos a nuestros hijos y nos llenamos mutuamente de amor y calor.
La lactancia materna en niños mayores permite que se desarrolle un vínculo más estable y duradero.
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Dra. Marianela Hernández Chaves
Mamá & directora de Medilacta Asesores Especialistas