El parto es uno de los procesos más naturales y poderosos que puede experimentar el cuerpo de una mujer. Es un evento profundamente fisiológico y sexual, donde, en un entorno propicio, las mujeres pueden llegar a experimentar estados de éxtasis y orgasmo. Sin embargo, la atención perinatal moderna, en muchos casos, contradice esta fisiología natural, y al hacerlo, no solo afecta negativamente la experiencia del parto, sino que también tiene repercusiones serias en la lactancia materna y en la salud física y emocional de la madre y el bebé.
El parto, al igual que otras funciones biológicas, está regulado por el sistema nervioso autónomo, particularmente por la rama parasimpática. En un entorno ideal, donde la mujer se siente segura, protegida y libre de interrupciones, las hormonas como la oxitocina pueden fluir libremente, facilitando un parto natural y placentero. Sin embargo, las prácticas comunes en la atención perinatal moderna, como la inducción del parto, el uso de oxitocina sintética y las cesáreas programadas, interrumpen este proceso natural, interfiriendo con la liberación de estas hormonas cruciales y alterando el curso del parto.
Estas intervenciones, aunque a veces necesarias, se han vuelto demasiado rutinarias, aplicándose incluso sin una justificación médica adecuada. La oxitocina sintética, por ejemplo, puede disminuir la capacidad del cuerpo de la madre para producir su propia oxitocina, lo que a su vez puede dificultar la iniciación y el mantenimiento de la lactancia. Además, un parto medicalizado o traumático puede retrasar el contacto piel con piel entre la madre y el bebé, una práctica esencial para el éxito de la lactancia.
Las consecuencias de estas intervenciones van más allá de la lactancia. Las madres que pasan por partos altamente medicalizados tienen un mayor riesgo de desarrollar trastorno de estrés postraumático (TEPT), lo que puede afectar su bienestar emocional a largo plazo. Además, la falta de un contacto inmediato e ininterrumpido entre la madre y el bebé puede afectar negativamente el vínculo inicial, un aspecto crucial para el desarrollo socioafectivo del niño.
Frente a esto, es vital que las mujeres tengan acceso a información basada en evidencia científica para poder tomar decisiones informadas sobre su parto. Recuperar prácticas ancestrales de atención al parto, como el parto en casa o en agua, y respetar la fisiología natural del parto son pasos esenciales para garantizar que el nacimiento sea una experiencia empoderadora y positiva para la madre y el bebé.
En última instancia, cada mujer tiene el derecho de decidir sobre su cuerpo, su parto y su bebé, y es crucial que estas decisiones se tomen con conocimiento y apoyo adecuado. Solo así podremos garantizar que el parto sea lo que siempre debió ser: un proceso natural, saludable y profundamente transformador.
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Dra. Marianela Hernández Chaves
Especialista en parto fisiológico y emergencias obstétricas
Especialista en lactancia materna
Educadora perinatal
Referencias:
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- Odent, M. (2002). The Farmer and the Obstetrician. Free Association Books.