
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y está compuesto no sólo de células sino también de lo que se conoce ahora como microbioma.
El microbioma es como un universo de microorganismos que dan un dinamismo muy interesante a nuestra piel y demás sistemas del cuerpo humano. Según el proyecto Microbioma Humano “Durante años se ha hecho popular la idea de que tenemos diez veces más bacterias en nuestro cuerpo que células humanas, que el 90% de nuestras células son bacterias. Sin embargo, según los últimos cálculos, aproximadamente la mitad de las células de nuestro cuerpo son microbios: 3,8 x 1013 bacterias y 3 x 1013 células humanas, una bacteria por cada célula humana. Esto puede parecer poco, pero tenemos la misma cantidad de bacterias que de células humanas: somos mitad humano mitad bacteria. El ser humano, por tanto, no es una unidad independiente sino que consiste en una comunidad dinámica e interactiva de células humanas y microbianas.”
Esto significa que estos microorganismos que viven con nuestras células, deben recibir atención, cuidado y alimentación adecuada, para estar en equilibrio y alcanzar el bienestar de TODOS NUESTROS SISTEMAS.
La microbiota no solo está en la piel, sino también en el sistema digestivo, mucosas, tracto respiratorio y en el caso de las madres pasa a la leche materna a través de la circulación bronco-entero-mamaria.
A través del proceso de amamantamiento se transfiere la microbiota a los bebés y además se establecen innumerables conexiones necrológicas y afectivas que permiten a los bebés desarrollarse adecuadamente.
Al practicar piel con piel con nuestros hijos, estamos fortaleciendo su sistema inmune, su neurodesarrollo, nuestros vínculos afectivos y nos estamos permitiendo conectarnos en un nivel energético superior.
Según Ignacio López-Goñi del Departamento de Microbiología y Parasitología, de la Universidad de Navarra: “Conforme vamos creciendo nuestra microbiota también va evolucionando. En los bebés la microbiota es bastante uniforme, la diversidad microbiana es baja y muy inestable y fácilmente susceptible a cambios, dependiendo de la dieta y del ambiente. Conforme el niño va creciendo, la microbiota va también madurando y se va diversificando, el número de especies bacterianas se multiplica y aumentan las diferencias entre personas distintas.”
Por estas razones, aprovechá este respiro que la vida nos da! Quítate la blusa, desviste a tu bebé, abrázale, bésale, dale tu pecho y sentí la maravilla de la naturaleza vibrar dentro de vos!
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Dra. Marianela Hernández Chaves
Mamá & directora de Medilacta Asesores Especialistas
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